Publicado en BIBLIOTECARIO, Bibliotecologia, historia

La importancia de la memoria, la historia de la bibliotecología.

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Para una disciplina como la bibliotecología que pareciera tan propensa a adoptar cambios en su nombre, en su forma y en sus tareas, podría asumirse que el estudio de su historia ha sido relegado por su falta de pertinencia, o en todo caso es visto como un asunto de interés para tiempos pasados, pues ¿qué utilidad podrían tener los estudios de corte histórico para la bibliotecología contemporánea?  La respuesta parece fácil cuando vemos que los intereses mercantiles y tecnológicos se imponen, sobre la naturaleza humanística y social de nuestra disciplina.

Importantes estudiosos del tema, como Jesse Shera, encontraron que la investigación en torno a la reflexión histórica en la bibliotecología brinda, en primer lugar, el conocimiento necesario al bibliotecario para ejercer su papel con rigor y no en la “ignorancia” de su propio “deber-ser“, sobre todo fortaleciendo su postura frente al debate de la naturaleza técnica o académica de la profesión.  Shera ve en Pierce Butler y su obra Introduction to library science, el sitio donde se asentaron las bases del marco filosófico para que la bibliotecología no sólo fuese reconocida como parte integral de la cultura contemporánea, sino que brindó argumentos sólidos para contemplar a la historia como un elemento básico para lograr entender la relación intrínseca entra la biblioteca y la cultura (240).

Más recientemente, Alejandro Parada estableció que la historia de las bibliotecas hace aportes a la “conciencia histórica del deber ser” del bibliotecario, quien mediante un proceso de concientización logra establecer un diálogo entre el pasado, presente y futuro de la disciplina, así como el construir una “base indispensable para fundamentar una Filosofía de la Bibliotecología/Ciencia de la Información” (2012, 7).  Así, la información obtenida de este tipo de investigación contribuye a la historia de la disciplina y proporciona información que refuerza “el conocimiento de la identidad del bibliotecario profesional” (Ladrón de Guevara, 292).

Resulta lógico que la historia de la disciplina, se relacione y se enriquezca, forzosamente, con los estudios desarrollados sobre la historia del libro, la lectura y las bibliotecas.

La historia bibliotecaria en América Latina continúa siendo terreno fértil para el desarrollo de estudios valiosos para la bibliotecología de la región, pues ayuda a conocer sus orígenes y a entender el comportamiento de las bibliotecas y los bibliotecarios, a través de su papel dentro de la comunidad y el tiempo en que se desarrollaron.  Nettie Lee Benson, en su texto “La  historia de las bibliotecas en América Latina”(1971, 9), recalcó la necesidad de realizar investigaciones sobre el tema, concretamente estudios enfocados en ciertos tipos de bibliotecas, como las universitarias.  Rosa María Fernández, también señaló la importancia de continuar los estudios acerca de la historia de las bibliotecas, pues la mayoría de las investigaciones realizadas se han centrado en un pasado lejano, como las bibliotecas de los siglos XVI al XIX (1994, en línea).

Aunque han pasado varias décadas desde que se hicieron estas declaraciones, no han surgido tantos estudios como sería deseable, así los aportes a la historia de las bibliotecología no se han desarrollado con tanta fuerza y sólo aparecen espóradicamente algunos esfuerzos aislados.  Pero no todo se debe al desinterés del bibliotecario, en todo caso, las ocupaciones cotidianas y el resolver los distintos problemas que su labor ha tenido que enfrentar al paso de los años, ha provocado que sobre todo, se desarrollen estudios de corte práctico que ayudan a facilitar las tareas o a difundir las buenas prácticas entre organizaciones.

Sin embargo, la historia de la disciplina bibliotecaria no sólo ofrece estudios de corte enciclopédico, abstractos, o eruditos. Estos también tienen utilidad al ayudarnos a clarificar nuestra razón de ser frente a este panorama cambiante y por otro lado, resultan en estudios prácticos que permitir establecer líneas o guías de acción. Esto porque la historia de una sola biblioteca brinda material de investigación para establecer conexiones a un nivel general (Raabe,  286), ya que extraen las prácticas que pueden servir de patrón a los bibliotecarios que deseen planear u orientar su camino al conocer el de otras organizaciones, a través de la experiencia de bibliotecas consolidadas.

Afortunadamente, en la actualidad y como resultado de las tendencias en el desarrollo de investigaciones interdisciplinarias, instituciones como la École de Chartes, que tienen una larga tradición impulsando estudios históricos que abarcan un amplio universo en torno al libro, sobre cuestiones como la transmisión de los impresos, las imágenes y la historia de las bibliotecas, ha logrado atraer a bibliotecarios e historiadores interesados por explorar la complejidad de la biblioteca como institución y la diversidad de roles que ha tenido durante el tiempo.

Volviendo a la pregunta del inicio, ¿Cuál es la relevancia actual de los estudios históricos en la bibliotecología? justamente encuentran su pertinencia en este mar de inquietudes e incertidumbre que rodean al bibliotecario hoy día, consecuencia de los cambios y los avances acelerados, sobre todo en las tecnologías involucradas con nuestras tareas y las de nuestros usuarios.  En palabras de Alejandro Parada, la influencia de las nuevas tecnologías: “plantea la necesidad de volver a definir a la Bibliotecología tomando en consideración…  la renovación de posiciones y perspectivas como sobre algunas pérdidas relacionadas con la reflexión sobre la propia experiencia del ejercicio profesional”. Este ejercicio obligará a considerar el análisis de otros asuntos que han sido dejados de lado, o que deban revisarse de nuevo a la luz de los cambios que trae la práctica bibliotecaria actual, entre estos podemos mencionar, los valores y la ética ligada a la práctica profesional, la pertenencia o no a determinada(s) disciplina(s), los cambios en la formación profesional y las relaciones con la tecnología, entre otros, a fin de poder reflexionar sobre la razón de ser del bibliotecario de esta época.

FUENTE: Infotecarios

Publicado en Acceso a la Información, Alfabetización Informacional, Bibliotecologia, USUARIOS, WEB 2.0

El usuario no es el Enemigo

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La biblioteca pública abre sus puertas por la mañana, temprano, enciende las luces y comienza la actividad.

Durante más de doce horas ofrece espacio y recursos para que toda persona que busca alguna información, un libro interesante, una buena peli, o algo de música, lo encuentren todo de manera fácil y rápida. Mientras tanto, puede hojear la prensa diaria en un espacio agradable, o en Internet si lo prefiere, mandar un correo electrónico a un amig@ o familiar que esta lejos, buscar trabajo o moverse por las redes sociales mientras otr@s aprovechan nuestra sala de estudio para, en silencio y concentrados, estudiar.

Niñ@s y adult@s tienen a su disposición un montón de estímulos culturales y sociales, presenciales y virtuales, de aprendizaje y conocimiento.

L@s bibliotecari@s innovamos, creamos, adaptamos e integramos, todo con un único fin: que la gente utilice y disfrute la biblioteca y le sea útil en su vida. Ahí, creo yo, radica la importancia de nuestra profesión.

Reconozco que nuestro trabajo también es mantener esa información que facilitamos actualizada y en buen estado, así como garantizar el acceso libre a ella. Evidentemente, como en cualquier otro servicio que sea de uso colectivo, debemos de regirnos por unas normas establecidas que garantizan el ejercicio de nuestro derecho y también velan por el cumplimiento de nuestros deberes a la hora de utilizar y aprovechar estos servicios de carácter público.

Nunca he creído que mi objetivo fuera decidir qué se debe y qué no se debe hacer en la biblioteca. Lo mas opuesto a nuestra función es restringir, prohibir y limitar. Creo que es mucho mas honesto intentar educar y formar a las personas en el uso de los recursos bibliotecarios, para que, de una vez por todas, sean libres y autosuficientes a la hora de acceder a los mismos y los aprovechen al máximo con respeto y responsabilidad.

Casi me atrevería a hacer un decálogo de buenas prácticas, totalmente discutibles y modificables, para la atención al usuario en la biblioteca pública. Y ahí van:

  1. Buen humor y paciencia. Con una sonrisa, un pelín de empatia y paciencia al explicar las cosas es mas fácil que se entiendan y se intenten poner en práctica.
  2. No prohibir. Intentar explicar por qué algunas cosas no se pueden hacer, en beneficio de tod@s.
  3. Es una necedad presuponer mala fe a cada persona que comete un error, se retrasa, o devuelve un material deteriorado. Se aplican las normas con contundencia, se invita a mejorar y punto.
  4. El acceso a la colección es libre, se puede tocar, hojear, coger y dejar. No nos podemos irritar y convertirnos en carceler@s de los fondos porque la gente los coja y deje según sus necesidades sin recordar el orden en que estaban.
  5. L@s niñ@s descubren un espacio nuevo lleno de estímulos visuales que desconocían. No van a estar quietos con su librito entre las manitas, tienen que tocar, descubrir, leer en voz alta y a veces gritar o lanzarse de cabeza a las alfombras y el mobiliario de diseño. No pasa nada, poco a poco se familiarizan con el espacio y lo aprovechan más y mejor.
  6. Atender las demandas de l@s usuari@s, detectar sus carencias en el manejo de los recursos y prestar atención a sus sugerencias nos facilita nuestra labor no la entorpece.
  7. Somos human@s, a veces nos equivocamos y cometemos errores que pueden generar quejas. Habrá que asumir la responsabilidad y corregir, es lo que hay.
  8. Seguir teniendo iniciativa y ganas de aprender. Nuevas tecnologías, redes sociales, servicios on line, e-book, y un montón de cosas que hacen nuestro trabajo mas activo, interesante e innovador.
  9. Creer en la importancia de nuestro trabajo, no tener miedo a actualizarnos y cambiar para mejorar.
  10. Tener bien claro que sin los usuarios, nuestro trabajo no tendría ningún sentido.

FUENTE: Biblogtecario

Publicado en Alfabetización Informacional, Bibliotecologia, INTELIGENCIA EMOCIONAL, WEB 2.0

Inteligencia Emocional en Bibliotecas ¿Para qué?

Las emociones son contagiosas. Todos lo conocemos por experiencia. Después de un buen café con un amigo, te sientes bien. Cuando te toca un recepcionista maleducado en una tienda, te vas sintiéndote mal. (Daniel Goleman)

Dice el neurólogo António Damásio – Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2005- que no somos máquinas pensantes que sentimos sino máquinas sentimentales que pensamos. No es objeto de este post el entrar a debatir sobre la relación emoción-razón que a día de hoy sigue abierto sino reflexionar acerca de las competencias emocionales que debe dominar el profesional de bibliotecas, así como también analizar las aplicaciones que tiene la Inteligencia Emocional en nuestra profesión.

En el ámbito bibliotecario español fue Enrique Navas quién hizo la primera referencia a la inteligencia emocional para personal bibliotecario en su artículo “La inteligencia emocional: una herramienta bibliotecaria poco glamurosa, pero tremendamente efectiva en la atención al usuario“, al que siguieron unas jornadas técnicas en octubre del año 2014 bajo el lema “Inteligencia emocional en bibliotecas“, celebradas en Sevilla y organizadas desde la Asociación Andaluza de Bibliotecarios con el apoyo de la Dirección General de Industrias Culturales y del Libro. Con esta iniciativa se buscaba proporcionar al personal bibliotecario formación en gestión de las emociones para que mejorasen su desempeño profesional a nivel interno y para con el usuario. .

Pero… compañeros y compañeras bibliotecarios/as, ¿Conocemos cuáles son las competencias emocionales? ¿valoramos la gestión emocional como fundamental para nuestro desempeño en el día a día con nuestros usuarios? ¿Sabemos cómo influyen las emociones en nuestro entorno laboral?¿sabemos qué efecto tienen en nosotros las emociones de los demás? ¿sabemos gestionar críticas, quejas y/o reclamaciones? ¿Sabemos crear entornos de confianza y positivos en nuestros centros de trabajo?

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Empecemos por definir qué es la inteligencia emocional. Siguiendo a Hendrie Weisinger podemos entenderla como el uso inteligente de las emociones, esto es, de forma intencional hacemos que nuestras emociones trabajen para nosotros, utilizándolas con el fin de que nos ayuden a guiar nuestro comportamiento y a pensar de manera que mejoren nuestros resultados. Siendo así, ¿no resulta obvia la aplicación de la inteligencia emocional para cualquier persona que trabaje de cara al público y con vocación de servicio a la comunidad?

Veamos ahora cuáles son las competencias emocionales que señala Daniel Goleman, padre de la inteligencia emocional:

  • Autoconciencia emocional: saber cómo se siente uno mismo… ¿Cansado?, ¿Enfadado?, ¿Eufórico? ¿Triste?, ¿Estresado?. Para gestionar las emociones, el primer paso es saber identificarlas correctamente.
  • Autogestión emocional: capacidad de regular influencias inquietantes como ansiedad e ira y para inhibir la impulsividad emocional. ¿Cómo nos comunicamos con nuestros usuarios? ¿Desde nuestro enfado? ¿Desde nuestras frustraciones personales? ¿Y con nuestros compañeros?
  • Conciencia social: empatía, orientación hacia el servicio, conciencia de organización. ¿Somos pacientes? ¿Somos comprensivos? ¿Tenemos conciencia de equipo?
  • Gestión de las relaciones o habilidad social: aptitud para armonizarnos o influir en las emociones de otra persona. Incluiríamos aquí: influencia, comunicación, resolución de conflicto, liderazgo, catalizador de cambios, vínculos y trabajo en equipo.

Desde mi punto de vista, el desarrollo de estas competencias entre los profesionales de bibliotecas es fundamental para crear espacios de confianza y abiertos, para alcanzar la excelencia en el trato al usuario, para mejorar nuestra comunicación a todos los niveles y para lograr equipos ilusionados y comprometidos.

Asimismo, es imprescindible trabajar en la adquisición de las siguientes habilidades que, en mi opinión, están íntimamente relacionadas con la inteligencia emocional:

  • Escucha activa y empatía, para comprender a nuestros usuarios y usuarias. Un error que se produce de manera habitual es querer hablar demasiado y expresar nuestro punto de vista a toda costa en lugar de escuchar activamente -expresión facial, postura corporal, lenguaje verbal- lo que nos están intentando decir. ¿Oímos o escuchamos? ¿Dejamos expresarse al otro? ¿Escuchamos para comprender o para responder?
  • Asertividad, entendida como la habilidad de expresar de manera directa, honesta y respetuosa lo que pensamos, lo que sentimos o lo que deseamos. Una persona que se comunica de manera asertiva es capaz de emitir y de recibir críticas de forma adecuada, sin generar conflictos y sin amenazar a los demás para conseguir aquello que desean. ¿Sabemos gestionar quejas y/o reclamaciones de usuarios? ¿Sabemos poner límites sin herir al otro?
  • Proactividad, entendida como la capacidad de analizar las circunstancias, anticiparse a ellas y transformarlas. ¿Somos facilitadores de cambios? ¿Somos reactivos o proactivos? ¿Centramos nuestra atención en el círculo de preocupación o en el área de influencia?

Resumiendo, inteligencia emocional en bibliotecas para…

  • Mejorar la comunicación a nivel interno y externo.
  • Mejorar nuestra atención al usuario.
  • Mejorar la resolución de críticas y reclamaciones.
  • Conseguir equipos más motivados y comprometidos con el propósito de la biblioteca.
  • Anticiparnos a los cambios del sector cultural, así como también gestionar la incertidumbre.

FUENTE: Biblogtecarios

Publicado en Bibliotecologia, MARKETING INFORMACIONAL, WEB 2.0

Marketing de experiencias…y si lo aplicamos en la biblioteca?

En la literatura del marketing se atribuye la primera definición de economía de la experiencia a los autores Pine y Gilmore cuando en 1998, publicaron su obra titulada “Experience Economy”, basada en el nacimiento de una nueva era económica caracterizada por un tipo de empresas orientadas a un consumidor que está más centrado en la búsqueda y experimentación de una serie de sensaciones, beneficios emocionales y momentos calificados como de singulares, únicos, auténticos, extraordinarios y memorables. Así, proponen incorporar a cualquier producto o servicio una serie de sensaciones y emociones, siendo estas el origen de la percepción de una experiencia irrepetible que permitirá aumentar el valor del producto o servicio adquirido por el cliente actual y potencial, otorgándole, además, un carácter más auténtico, único y diferenciador.

Desde esta nueva perspectiva y óptica del marketing, la experiencia haría referencia a un conjunto de actividades que involucran al sujeto como cliente actual y potencial, siendo el resultado de una interacción entre un evento o suceso y el sujeto que lo disfruta, ya sea en un plano físico, emocional, intelectual e incluso espiritual. 

“Ofrecer experiencias al consumidor se convierte en un factor clave de competitividad”

Actualmente, en el ámbito bibliotecario, cada vez se oye con más fuerza la relevancia de los términos” satisfacer y fidelizar”; y es que hoy, visualizamos la verdadera trascendencia de un mal servicio, de una promesa no cumplida, de un usuario molesto e insatisfecho que simplemente podemos perder y no recuperar.

La realidad, es que en el mundo de las organizaciones de servicios y en especial de las bibliotecas, la fidelización es crucial y la gestión de la experiencia del usuario puede hacer la diferencia. El clásico concepto de atención al usuario ahora se ha transformado en una gestión innovadora de la experiencia del mismo, donde se incorporan los deseos, sentimientos y emociones en el diseño de los servicios para convertirlos en experiencias únicas, auténticas y memorables. Es un desafío en muchas unidades de información ya están trabajando.

Para encaminar nuestras estrategias, podemos utilizar la ruta formada por cinco pasos:

  • Analiza el contexto de los usuarios: las bibliotecas deben preocuparse por conocer el entorno cultural y sociológico en el que se desenvuelve su público usuario.
  • Crea una estrategia: tras el estudio de los usuarios, podemos plasmar en un informe estratégico el tipo de experiencias que pueden tener un impacto positivo sobre ellos. Por tanto, deberemos tener claro qué tipo de experiencia queremos crear, por qué se tratará de una acción valiosa para la organización y cómo se va realizar.
  • Diseña la experiencia: con los objetivos y la filosofía clara, se evaluarán los elementos para crear una imagen coherente en todos los generadores de experiencias comentados en el punto anterior.
  • Crea relaciones: ahora nuestra labor consistirá en aplicar la estrategia a las relaciones que se producen día a día. Hablamos de formar al personal, ajustar los canales de comunicación, apostar por las redes sociales… de cuidar la experiencia más directa con el usuario.
  • Retroalimentación: el marketing experiencial, al igual que cualquier otra forma de gestión, no termina nunca. Debemos establecer una estrategia que sea capaz de escuchar al mercado y adaptarse a sus necesidades, adaptando las experiencias a los cambios socioculturales que puedan surgir con el paso del tiempo.

En este sentido el marketing experiencial debe cruzar la frontera de lo relevante o meramente satisfactorio para llegar a ser considerado como: una circunstancia o acontecimiento vivido por una persona en el proceso de consumo que lo eleva a categoría de experiencia emocional única, auténtica y memorable. Alguien ya dijo que lo que no tiene impacto emocional, no se almacena en la memoria. Las unidades de información podemos y debemos perseguir esta máxima.

Fuente: Infotecarios

Publicado en Bibliotecologia, SISTEMA NACIONAL DE BIBLIOTECAS

Los 10 mandamientos en la bibliotecología

Compartimos un listado de consejos útiles para aquellos futuros bibliotecarios/documentalistas/archiveros que hacen parte del Sistema Nacional de Bibliotecas de la Policía Nacional; se trata de una personalización propia del código deontológico de todo profesional del gremio, desde el punto de vista de la biblioteca y, sobretodo, del fondo documental. Es muy importante entender por qué se nos exige tanto control a nivel profesional, ya sea aplicado al propio fondo documental, documentación de carácter administrativo o en cualquier otro ámbito.

Puede ser que cuando empezamos a estudiar la carrera nos sorprenda esa exigencia y cabezonería con el tema del control y gestión documental, puede que lo veamos muy exagerado; al principio, y nos preguntemos: “¿por qué hay que controlar tanto?”, incluso nos dé la sensación de que los bibliotecarios/documentalistas/archiveros somos unos obsesos con el control, pero no es así. ¿Os imagináis la vida del bibliotecario sin un mínimo de “control”? Sería un caos absoluto. Pues bien, aquí estamos hoy para poner un poco de cordura y el sentido a esta idea.

Hemos dividido el post en una serie de puntos que he bautizado como los 10 mandamientos de la biblioteconomía, se trata de puntos claves con sus respectivas explicaciones y algún que otro ejemplo gráfico porque, ya se sabe, una imagen vale más que mil palabras…

1.- El orden es imprescindible

Tener controladas todas nuestras áreas de trabajo es muy importante. El objetivo es: sintetizar, controlar y agilizar nuestra tarea lo más rápidamente posible; es decir, mejorarla. Para ello tendremos que preguntarnos: ¿puedo mejorar esta tarea? Si la respuesta es afirmativa, la siguiente pregunta será: ¿de qué manera? Y aquí es cuando tendremos que invertir tiempo en dar con una idea que sea valorada positivamente por el resto de compañeros, si es que los hay; en caso contrario, valorar personalmente los pros y contras a la hora de establecer el nuevo método de trabajo. A parte, tenemos que saber gestionar toda aquella documentación que tenemos a nuestro cargo, ya sea física y/o virtualmente mediante escaneado, etc.

2.- La catalogación, indización y clasificación son imprescindibles a nivel laboral

Aunque sean tres de las asignaturas más complicadas de la carrera, hay que decir que lo son por alguna razón. Son uno de los pilares para el buen funcionamiento de una biblioteca, puesto que gracias a ellos, tanto los profesionales como los usuarios, sabemos en todo momento qué y cuántos libros existen en la colección sobre la temática concreta que buscamos y dónde se encuentran físicamente. Sin estos tres elementos el caos está asegurado allá dónde estéis, como podemos ver en la siguiente imagen en la que podréis observar que no hay manera de controlar si los libros que están almacenados pertenecen o no a esa estantería y el orden que siguen.

Por tanto, un punto indiscutible es utilizar toda aquella normativa internacional y estándar en estos tres ámbitos, sino estaremos trabajando contra toda la teoría de la biblioteconomía y documentación; por tanto es muy importante la formación en catalogación, indización y clasificación siguiendo la normativa establecida por los organismos internacionales y nacionales. En caso contrario, sucedería como en la imagen anterior, que después de haber acumulado bastantes ejemplares, la gestión y control en una biblioteca sería prácticamente imposible, pues el caos ya está establecido. Sin códigos, etiquetas, clasificación, catalogación, indización… normalizados hoy en día es inviable trabajar y, en un momento u otro, esta tarea se tendrá que hacer si se quiere llegar al trabajo cooperativo. Hay que recalcar que si se realiza un trabajo normalizado a lo largo de la creación de una biblioteca, aunque no hayamos previsto algunas situaciones, podremos aplicar o importar fácilmente la mejora que en el caso en el que no hay trabajo normalizado.

3.- Un buen control de los préstamos es siempre importante

Saber qué tenemos, dónde, en qué estado y cuánto tiempo falta para que lo devuelvan es imprescindible. Por tanto, esta fase también sería sinónimo de control. Lo más positivo para un usuario o persona externa a este servicio es que le den una respuesta a su duda/necesidad, con lo cual, si se le da una respuesta en la que podemos demostrar que su consulta puede ser resuelta en un período breve de tiempo; ya sea porque sabemos que otra biblioteca dispone del libro que busca o que en un tiempo determinado el material que necesita será devuelto, es sinónimo de un buen servicio.

4.- Mirar antes de comprar, sinónimo de saber qué tenemos en la biblioteca

Un bibliotecario tiene la obligación de conocer la colección que gestiona, con lo cual tiene que saber encontrar si cierto documento está en disponible en la propia biblioteca o en otra. Es necesario para gestionar una buena política de adquisiciones. Hoy en día, los centros culturales están muy limitados económicamente; con lo cual, comprar un material del que ya la biblioteca dispone es una pérdida importante no solamente a nivel económico, sino también de otros tipos de recursos: personal, tiempo, espacio…

5.- La visibilidad y una buena señalización siempre ayudan

El objetivo principal de una biblioteca es que los documentos que almacena sean usados por sus usuarios, no sirve de nada que una biblioteca disponga de un fondo documental muy rico si nadie sabe qué tenemos e incluso, aunque supieran lo que tenemos, no pudiéramos encontrarlo y, mucho menos, servirlo al usuario. Tanto la visibilidad como la señalización son aspectos trascendentales en el mundo de la biblioteconomía, tenemos que interiorizar la idea actual de compartir información, para ello tendremos que disponer de una buena herramienta de visibilidad, ya no solamente sirve el catálogo, sino que también es conveniente utilizar otras vías más populares para difundir nuestra colección.

6.- Compartir recursos o saber cooperar aumenta el número de usuarios y recursos

Relacionado con el punto anterior, el disponer de un catálogo estandarizado; es decir, que siga la normativa internacional establecida, no solamente seguirla a nivel de catalogación sino también a nivel web, nos ayuda mucho a la hora de importar datos mediante el protocolo Z39.50, por ejemplo. Por consiguiente, el trabajo cooperativo será mejor, más fácil y rápido, además de económico. El tener una filosofía de cooperación y compartir recursos podría facilitar el incremento notable del número de usuarios en nuestras bibliotecas, mediante la visibilidad de nuestras colecciones, como hemos comentado anteriormente. Sí que es cierto que tiene sus inconvenientes, como por ejemplo ponerse de acuerdo con más de una biblioteca con intereses diferentes a los nuestros, pero hay que analizar y valorar si la parte positiva supera la negativa o no.

7.- La automatización es la clave

Trabajar con fichas no es útil, ¿por qué? la inversión en tiempo, recursos y personal es mucho mayor que si parte de la gestión se automatizara, como por ejemplo la circulación, tal y como aparece en la imagen siguiente:

Como vemos en la imagen hay dos catálogos de fichas, se trata de una inversión considerable de tiempo teniendo en cuenta que tenemos que invertir en papel cada vez que querramos realizar un préstamo a un usuario ya que: cada vez habrá que escribir todos los campos, guardar cada ficha en el correspondiente fichero de forma alfabética; con lo cual, hay una mayor inversión de tiempo que si automatizáramos el préstamo y no se garantiza el 100% del control en los préstamos y devoluciones.

8. Saber trabajar en grupo

Una de las cualidades más buscadas a nivel laboral es que se sepa trabajar en equipo. La filosofía en este sentido es que lo prioritario es garantizar un buen trabajo, por encima de todo; así pues, la cooperación y el trabajo en equipo son cualidades muy positivas que no todo el mundo tiene.

9.- No solamente el control de las monografías es importante…

Las colecciones de las bibliotecas no solamente están formadas por libros, existen diversos formatos que hay que saber gestionar. Un ejemplo son las publicaciones seriadas. Éstos materiales tienen periodicidad variable, con lo cual hay que llevar un control de cada una de las revistas a las que la biblioteca está suscrita. Saber qué tenemos, cuándo nos tiene que llegar, dónde están… son preguntas fáciles de responder si llevamos un buen control de ello; por tanto, aunque solamente recibamos un número de revista, deberemos catalogarla, indizarla y clasificarla para poder prestarla a nuestros usuarios.

10.- Escucha y valora siempre lo que te dicen

Es importante dejarse aconsejar por aquellas personas que tienen más experiencia que tú, sin importar la edad, el país, etc. Una vez discutido la forma de actuar en cualquier situación es importante hacer crítica constructiva del resultado de lo que hayamos hecho o querramos hacer. Por lo tanto, aunque una persona más joven que nosotros aporte una idea, ésta siempre será bien recibida ya que para tener buenas ideas no hace falta estudiar sino haber observado y reflexionado sobre algún tema. Además, las nuevas ideas de nuevas incorporaciones laborales pueden llegar a convertirse en un proyecto fresco e innovador.

Fuente: Soy Bibliotecario